lunes, 19 de diciembre de 2011

El hombre que no tenía esperanza

Pensaba que su vida no valía para nada. Creía que su cuerpo era inútil y su existencia, un error.
Su madre murió por un cáncer, su padre por un infarto, su hermana ingresó en un convento, su novia le dejó después de mantener una relación con él de tres años, se quedó sin empleo, le embargaron la casa, le robaron la cuenta del banco...Creía que todo le ocurría a él. No tenía nada para comer, no tenía ningún lugar al que ir, no tenía familia a la que acudir.
Desesperado y cansado fue a descansar en un portal en el que se encontró con una chica de seis años en su misma situación.
El hombre habló con ella de sus penurias y la niña le contestó:
-No es nada comparado con lo mío. Yo nací en un vertedero. Apenas podía respirar en el momento del parto y eso me ha traído numerosos problemas pulmonares. Vi morir a mis padres un frío día de invierno en el que unos señores cogieron a mis padres del cuello y les fusilaron. Lo vi y todavía tengo el recuerdo vigente. Yo conseguí escapar y esconderme en un almacén. Poco después, un hombre gordo y seboso me obligó a trabajar para él. Descansaba dos horas al día y un plato de lentejas era mi única comida. Para colmo, si había algún pequeño desperfecto, me daban diez latigazos por cada fallo.
Poco después llegó la policía y me sacó de allí. Me trajeron aquí y me soltaron por una calle, como a los perros. No conozco la zona, ni a la gente, simplemente, dejo que la vida me lleve adonde me tenga que llevar y tener esperanza en que algún rayo de sol me ilumine el camino.
Después de esa confesión, no se atrevió a seguir rechistando.
Al día siguiente, la suerte le sonrió dándole 10 euros para comer. Cada día le pasaba alguna cosa diferente y cada una iba en aumento.
Cuando hubo salido de la pobreza y reconciliado con la vida, volvió a la zona en la que se encontró por primera vez a la niña. Se la encontró vacía. Preguntó por los alrededores a ver si habían visto a esa chica, pero todos a los que preguntaba, negaban haberla visto.

Un día de madrugada, paseaba él por esas calles y se encontró a la jovenzuela jugando. Ésta le sonrió y desapareció ante sus ojos como por arte de magia. Gracias a ella, había conseguido mantener la esperanza.

FIN

Laura Ramallo (LRA)
El amor, la vida y la lectura suponen una gran aventura.

sábado, 10 de diciembre de 2011

El amor

Te vi por primera vez el trece de septiembre
no te conocía de nada, pero me llegaste al corazón.
Mi alma empezó a palpitar de emoción
y mis piernas temblaron siempre.

La primera que me besaste
di un vuelco de alegría contenida
que jamás olvidaré en mi vida.




Laura Ramallo (LRA)
El amor, la vida y la lectura suponen una gran aventura.

Lágrimas

Una lágrima de perdón
Dos lágrimas de tensión
Tres lágrimas de pasión
Cuatro lágrimas de horror
Cinco lágrimas de estupor
Seis lágrimas de consolación
¿En qué queda todo esto? En
Siete lágrimas de amor.


Laura Ramallo (LRA)

El amor, la vida y la lectura suponen una gran aventura.

domingo, 4 de diciembre de 2011

La Muerte me vino a llamar

La muerte llamó a mi puerta
por la noche al despertar.
Me dirigí yo a la entrada
muy a mi pesar.


Una sensación de gran estabilidad
pero con gran aturdimiento,
me dijo la Muerte al silbar.
No sé qué hacer, grité al viento.

Hubo un silencio
en el que nos sentimos
como plumas al azar,
pero con gran compatibilidad,
como dos luciérnagas al volar.

Por fin llegó el momento.
Mis pies levitaron un segundo
y mi ser se vio arrastrado
hacia la libertad.

Laura Ramallo (LRA)
El amor, la vida y la lectura suponen una gran aventura.

La Pena

Este infinito de penas
no debería ser escuchado,
la amargura te quema por dentro,
pero no sabe que te ha infravalorado.


La alegría te ilumina
el alma consumida.
La tristeza te fulmina
el alma vivida.

No nos queda más remedio que
aceptarlo y seguir con nuestro camino
como al ave viuda se le tornaron
los ojos color ambarino.

Laura Ramallo (LRA)
El amor, la vida y la lectura suponen una gran aventura.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

No sé

No sé si dormir o despertar
No sé si amar u odiar
No sé si soñar o vivir la cruda realidad
No sé si reír o llorar

No sé querer, solo sé adorar
No sé sonreir, solo sé dar una verdadera imagen de mí
No sé respirar, solo sé disfrutar
No sé morir, solo sé vivir, pues todo depende de mí.


Laura Ramallo (LRA)
El amor, la vida y la lectura suponen una gran aventura